Son cosas pasajeras, pequeños detalles insignificantes que te hacen sentir vivo o al menos tuercen un poco la comisura de nuestros labios para que muestren una figura curva al menos por un momentos, estas sirven, lo compruebo, te recuerdan que no estas tan muerto por dentro como parece. Creo que si muchos de nosotros tuviéramos la oportunidad de utilizar estas cosas por tiempo mas prolongado en situaciones que lo ameritan viviriamos adictos a estas sustacias que adormecen a las voces internas. Arrastra el sabor y el olor a la calma artificial, matando a las larvas que yacen en nuestro cerebro, golpeando todo recuerdo, pero dejándonos noqueados en el piso sin aliento.
Dime lo que ves, ¿es real?, quizá no, pero no importa, disfruta el viaje, pierdete, abraza la calma, hasta que el desastre toque de nuevo la puerta y pienses que ya nada tiene sentido. Olvida todo, es tiempo de regalarte una mentira blanca con intenciones oscuras. Si bien vivimos en la verdad tan cruda el pensamiento otorga una que otra vez un break de todo. Sal de ahí, busca cualquier excusa, has que tu piel sea solo un recipiente vacío; abre tus alas y expande tus horizontes al temible camino de lo desconocido, en el que te encuentras tu restos en migajas para ir recobrando siempre un poco mas.
Si bien me encuentro en esto, quizá un poco mas solo que antes, retornaré siempre a la cloaca que me vio salir al mundo, acostado sin descansar, viendo para el techo como un humano en estado vegetal, oliendo mal, con los músculos cada vez mas gastados por busca de calma; en busca siempre de algo que me haga sentir el mar con el reflejo de las hermosas estrellas que habían en el reino acuático que visite, siempre en el recuerdo, juntos a mis actos repetitivos y nauseabundos que me dieron empujones a la salida.
Vivan sin miedo, porque el miedo castiga, y no te deja vivir; hasta siempre, compañeros de la vida.
sábado, 18 de marzo de 2017
Felicidad sintética
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